Teníamos que lograr que sea grande y muy llamativa para que en todo el predio pudiera disfrutar de la novela que habíamos escrito entre todos.
Primero releímos, nos contaron y contamos nuevamente toda la historia, para ordenarla y dibujarla.
Después dividimos cada parte de la novela y armamos estas hojas gigantes, las que ves acá, donde pegamos los textos de distintas maneras y los enriquecimos con nuestros dibujos y muchos colores.
Después dividimos cada parte de la novela y armamos estas hojas gigantes, las que ves acá, donde pegamos los textos de distintas maneras y los enriquecimos con nuestros dibujos y muchos colores.
Finalmente, nuestras novelas encontraron su lugar entre los árboles.
Y, así, todos los chicos del predio conocieron a Luís Enrique y a Ruperto y Haiky y a los otros personajes de nuestras novelas, sus aventuras, sus peleas y reconciliaciones, sus pasiones, sus cambios de carácter, la cura que consiguieron, lo lindo que escribían poesías y las muchas cartas que mandaron aquel día de lluvia cuando llego el cartero…
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